Jorge Cano y Juan José Ramírez son dos ciudadanos españoles que no entienden nada de lo que sucede en sus vidas desde el pasado 5 de junio de 2010. Lo tienen claro y, por este motivo, tampoco dudan un solo instante en denunciar un caso que consideran impropio de una justicia de calidad y equitativa. Se declaran inocentes de todos los efectos de los cargos de los que están acusados y condenados.
Defienden su honradez y denuncian la falta de justicia que se está aplicando contra ellos. Confiesan estar viviendo la peor de sus pesadillas desde hace más de 60 días en Tanger (Marruecos). Atrapados en una indeseada realidad por las acciones de un juzgado de esta ciudad que les acusa a tres años de cárcel y un millón de euros de indemnización por una supuesta posesión e intento de tráfico de estupefacientes así como entrada ilegal en aguas del territorio de Marruecos.
La decisión final es potestad del Tribunal de Apelación y la hará pública durante la segunda quincena del mes de agosto, según las previsiones judiciales conocidas.
Pasaban unos minutos de las siete de la mañana cuando Jorge, Juan y el hijo del primero, menor de edad, partían ilusionados del puerto deportivo del Saladillo con la intención de pescar en el Estrecho. “Es una de mis pasiones. Meses antes de lo sucedido, acababa de comprar el barco para salir los fines de semana a disfrutar”, explica Jorge con la mirada anclada en pasado reciente, mientras dialoga con la expedición de Agareso en un céntrico hotel donde se hospedan por obligación y no devoción como la mayoría.
La niebla fue fabricando un manto espeso y logró extenderse por toda la franja costera más próxima a las aguas jurisdiccionales españolas. Los elementos de navegación mas sofisticados como el GPS no son obligatorios a bordo en este tipo de embarcaciones. Poco a poco empezaron a navegar sin rumbo cegados por una imprevista inclemencia meteorológica. Temerosos por la situación, comenzaron a sortear la trayectoria de diversos buques que ese día surcaron esas aguas que dividen España de Marruecos, Europa de África.
Los litros de combustible fueron descendiendo sin una eficiencia real. Una navegación en círculo les llevo a quedarse con un litro de gasolina frente a la isla de Perejil, pero en aguas de competencia marroquí. “Nosotros pensamos en aquel momento que estábamos frente a Gibraltar”.
Defienden su honradez y denuncian la falta de justicia que se está aplicando contra ellos. Confiesan estar viviendo la peor de sus pesadillas desde hace más de 60 días en Tanger (Marruecos). Atrapados en una indeseada realidad por las acciones de un juzgado de esta ciudad que les acusa a tres años de cárcel y un millón de euros de indemnización por una supuesta posesión e intento de tráfico de estupefacientes así como entrada ilegal en aguas del territorio de Marruecos.
La decisión final es potestad del Tribunal de Apelación y la hará pública durante la segunda quincena del mes de agosto, según las previsiones judiciales conocidas.
Pasaban unos minutos de las siete de la mañana cuando Jorge, Juan y el hijo del primero, menor de edad, partían ilusionados del puerto deportivo del Saladillo con la intención de pescar en el Estrecho. “Es una de mis pasiones. Meses antes de lo sucedido, acababa de comprar el barco para salir los fines de semana a disfrutar”, explica Jorge con la mirada anclada en pasado reciente, mientras dialoga con la expedición de Agareso en un céntrico hotel donde se hospedan por obligación y no devoción como la mayoría.
La niebla fue fabricando un manto espeso y logró extenderse por toda la franja costera más próxima a las aguas jurisdiccionales españolas. Los elementos de navegación mas sofisticados como el GPS no son obligatorios a bordo en este tipo de embarcaciones. Poco a poco empezaron a navegar sin rumbo cegados por una imprevista inclemencia meteorológica. Temerosos por la situación, comenzaron a sortear la trayectoria de diversos buques que ese día surcaron esas aguas que dividen España de Marruecos, Europa de África.
Los litros de combustible fueron descendiendo sin una eficiencia real. Una navegación en círculo les llevo a quedarse con un litro de gasolina frente a la isla de Perejil, pero en aguas de competencia marroquí. “Nosotros pensamos en aquel momento que estábamos frente a Gibraltar”.
Previamente a esta situación de desesperación, que aún se agravaría con las horas, Jorge había llamado a su hermano, Martín Cano, con la finalidad de obtener una solución que les devolviese el control. La desorientación no hizo otra cosa que crecer. Intentaron utilizar el ancla en varias ocasiones sin éxito.
Entretanto, iniciaron los contactos con Salvamento Marítimo y solicita referencias de su posición. Al no tener una respuesta concreta Juan decide, finalmente, nadar hasta la única playa que divisaban y preguntar. Allí se encuentra con un militar marroquí y un turista que aporta las coordenadas necesarias para orientarse.
Una vez ofrecidas las referencias a S.V aparece en escena una patrullera marroquí que solicita la documentación de los tripulantes y de la embarcación deportiva. Pasados unos minutos, esa misma patrullera del país africano, aparece remolcando una moto acuática varada y sin dueño, en que la supuestamente iban a bordo 260 kilos de hachis.
La versión de los agentes de la Policía Marroquí apunta a que esa moto fue encontraba a 800 metros de donde fueron localizados los tres españoles en su embarcación: en la bahía de una playa de Qued Al Marsa. “Nosotros no sabemos nada de estos temas. Teníamos bastante con estar perdidos”, indica Juan.
A partir de este momento son detenidos y conducidos a la comisaría de Tanger Med, iniciándose una dramática odisea, con permanente vulneración de los derechos humanos, de la que todavía se desconoce el desenlace.
(Sigue más detalles de este caso en otros post publicados a continuación)
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Entretanto, iniciaron los contactos con Salvamento Marítimo y solicita referencias de su posición. Al no tener una respuesta concreta Juan decide, finalmente, nadar hasta la única playa que divisaban y preguntar. Allí se encuentra con un militar marroquí y un turista que aporta las coordenadas necesarias para orientarse.
Una vez ofrecidas las referencias a S.V aparece en escena una patrullera marroquí que solicita la documentación de los tripulantes y de la embarcación deportiva. Pasados unos minutos, esa misma patrullera del país africano, aparece remolcando una moto acuática varada y sin dueño, en que la supuestamente iban a bordo 260 kilos de hachis.
La versión de los agentes de la Policía Marroquí apunta a que esa moto fue encontraba a 800 metros de donde fueron localizados los tres españoles en su embarcación: en la bahía de una playa de Qued Al Marsa. “Nosotros no sabemos nada de estos temas. Teníamos bastante con estar perdidos”, indica Juan.
A partir de este momento son detenidos y conducidos a la comisaría de Tanger Med, iniciándose una dramática odisea, con permanente vulneración de los derechos humanos, de la que todavía se desconoce el desenlace.
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