jueves, 12 de agosto de 2010

Derechos Humanos - Juan y Jorge: “Estamos retenidos y navegando en la incertidumbre de este error de la justicia marroquí”

Jorge Cano y Juan José Ramírez son dos ciudadanos españoles que no entienden nada de lo que sucede en sus vidas desde el pasado 5 de junio de 2010. Lo tienen claro y, por este motivo, tampoco dudan un solo instante en denunciar un caso que consideran impropio de una justicia de calidad y equitativa. Se declaran inocentes de todos los efectos de los cargos de los que están acusados y condenados.

Defienden su honradez y denuncian la falta de justicia que se está aplicando contra ellos. Confiesan estar viviendo la peor de sus pesadillas desde hace más de 60 días en Tanger (Marruecos). Atrapados en una indeseada realidad por las acciones de un juzgado de esta ciudad que les acusa a tres años de cárcel y un millón de euros de indemnización por una supuesta posesión e intento de tráfico de estupefacientes así como entrada ilegal en aguas del territorio de Marruecos.

La decisión final es potestad del Tribunal de Apelación y la hará pública durante la segunda quincena del mes de agosto, según las previsiones judiciales conocidas.

Pasaban unos minutos de las siete de la mañana cuando Jorge, Juan y el hijo del primero, menor de edad, partían ilusionados del puerto deportivo del Saladillo con la intención de pescar en el Estrecho. “Es una de mis pasiones. Meses antes de lo sucedido, acababa de comprar el barco para salir los fines de semana a disfrutar”, explica Jorge con la mirada anclada en pasado reciente, mientras dialoga con la expedición de Agareso en un céntrico hotel donde se hospedan por obligación y no devoción como la mayoría.

La niebla fue fabricando un manto espeso y logró extenderse por toda la franja costera más próxima a las aguas jurisdiccionales españolas. Los elementos de navegación mas sofisticados como el GPS no son obligatorios a bordo en este tipo de embarcaciones. Poco a poco empezaron a navegar sin rumbo cegados por una imprevista inclemencia meteorológica. Temerosos por la situación, comenzaron a sortear la trayectoria de diversos buques que ese día surcaron esas aguas que dividen España de Marruecos, Europa de África.

Los litros de combustible fueron descendiendo sin una eficiencia real. Una navegación en círculo les llevo a quedarse con un litro de gasolina frente a la isla de Perejil, pero en aguas de competencia marroquí. “Nosotros pensamos en aquel momento que estábamos frente a Gibraltar”.
Previamente a esta situación de desesperación, que aún se agravaría con las horas, Jorge había llamado a su hermano, Martín Cano, con la finalidad de obtener una solución que les devolviese el control. La desorientación no hizo otra cosa que crecer. Intentaron utilizar el ancla en varias ocasiones sin éxito.

Entretanto, iniciaron los contactos con Salvamento Marítimo y solicita referencias de su posición. Al no tener una respuesta concreta Juan decide, finalmente, nadar hasta la única playa que divisaban y preguntar. Allí se encuentra con un militar marroquí y un turista que aporta las coordenadas necesarias para orientarse.

Una vez ofrecidas las referencias a S.V aparece en escena una patrullera marroquí que solicita la documentación de los tripulantes y de la embarcación deportiva. Pasados unos minutos, esa misma patrullera del país africano, aparece remolcando una moto acuática varada y sin dueño, en que la supuestamente iban a bordo 260 kilos de hachis.

La versión de los agentes de la Policía Marroquí apunta a que esa moto fue encontraba a 800 metros de donde fueron localizados los tres españoles en su embarcación: en la bahía de una playa de Qued Al Marsa. “Nosotros no sabemos nada de estos temas. Teníamos bastante con estar perdidos”, indica Juan.

A partir de este momento son detenidos y conducidos a la comisaría de Tanger Med, iniciándose una dramática odisea, con permanente vulneración de los derechos humanos, de la que todavía se desconoce el desenlace.

(Sigue más detalles de este caso en otros post publicados a continuación)
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Derechos Humanos - El peso de la inocencia no cede espacio a las ‘acusaciones’ que pesan sobre dos españoles retenidos

Una cadena de falsas acusaciones acababa de empezar para los tres españoles que ya han recibido la solidaridad de muchas personas y colectivos a un lado y otro del Estrecho. Los Palacios de la Zarzuela y Moncloa ya son conocedores del caso. El monarca español y el presidente del gobierno ya han recibido una carta remitida por los compatriotas describiendo su situación.

No olvidan la maldición que pesa sobres sus vidas por haber tomado la decisión de salir a navegar en la mañana del 5 de junio. De una orilla a otra del Estrecho, pasando por dos comisarías en cuestión de horas y, en principio, detenidos en las dependencias de la comisaría de Ksar durante cuatro días.

El hijo de Jorge Cano, de 16 años de edad, logra ser liberado de las supuestas imputaciones de posesión e intento de tráfico de drogas, gracias a la mediación del consulado español en Tanger. Los servicios del ministerio de Exteriores comienzan a invertir sus esfuerzos en un caso en el que el propio cónsul, José Carvajal, mantiene sendas entrevistas con el fiscal y presidente del Tribunal de Apelación marroquí.

El representante del gobierno español ha declarado públicamente estar convencido de la inocencia de los dos españoles, ahora bajo libertad vigilada en Marruecos y sin posibilidad de abandonar el país, por que las pruebas aportadas no demuestran relación alguna entre los acusados y la moto acuática (sin dueño) en la que fueron hallados 260 kilos de hachís. De hecho, según información facilitada, el titular de la moto no se correspondería con los nombres de los detenidos en los registros oficiales consultados.

En este sentido, las pruebas aportadas por el juzgado de Primera Instancia de Tanger intentan relacionar una supuesta vinculación de Jorge y Juan con otras personas en España y Marruecos, una de ellas en la cárcel por tráfico de estupefacientes, a las que habrían telefoneado mientras navegaban por el Estrecho para manejar una ‘inventada operación’. “Nosotros solo llamamos a Salvamento Marítimo (Tarifa-Tráfico) para advertir de nuestra situación. Esas son las únicas llamadas realizadas, al margen de la que hicimos a mi hermano para que no ofreciese ayuda sobre nuestra posición”, expone Jorge.

Los dos amigos del ayuntamiento de Los Barrios, de unos 20.000 habitantes, han logrado que la corporación municipal vote por unanimidad una moción que exige su pronta liberación y el regreso inmediato a la convivencia de la villa andaluza. La propuesta emprendida por el alcalde del municipio, Juan Montedecoa, refleja la convicción de inocencia de todos los representantes del pueblo. En la misma línea, se han ejercido medidas desde la Diputación Provincial y la Junta de Andalucía.

Al otro lado, en Marruecos, la Red Chabaka ha articulado una serie de medidas y acciones para asistir a los dos españoles afectados y denunciar la situación que les ha atrapado por sorpresa. La sociedad civil marroquí ha vuelto a demostrar su cara más solidaria ante una inocencia empañada por una mala actuación de la justicia.

“Tenemos mucho apoyo. Todo el mundo está con nosotros. Eso es lo que nos mantiene vivos y con la esperanza de que podremos celebrar nuestra liberación con los nuestros al otro lado del Estrecho”, señala Juan.

Los dos reciben continuas llamadas y visitas de sus familiares y allegados que, ahora sí, conocen a la perfección la ruta marítima que une las orillas de Europa y África.

(Se recomienda leer el post anterior publicado)
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Derechos Humanos - Envueltos en una madeja judicial sin precedentes conocidos

La figura de estos dos españoles sumidos en un caso de tráfico de estupefacientes por el que aseguran “somos inocentes, se mire por donde se mire”, no conoce numerosos precedentes en la historia consular de la ciudad de Tanger.

Juan José Ramírez y Jorge Cano han recibido el respaldo de senadores y el Defensor del Pueblo. Ambas figuras son el ejemplo de la solidaridad y preocupación de representantes de ‘facto’ de la sociedad española en diferentes ámbitos de la política.

Nunca, y en ello han insistido con tesón, había pisado esta parte del Estrecho. Son personas conocidas y queridas en Los Barrios. Nadie se atreve a poner en cuestión su inocencia, a pesar de la compleja madeja judicial que se ha construido en el auto del juzgado instrucción de Tanger.

JORGE CANO –

Busca restar importancia a una situación que ha impactado de pleno en su familia. Es propietario de un conocido taller de chapa y pintura que gestiona, a medias con otro de sus hijos que no se vio implicado en este extraordinario caso.

Recuerda con hondo dolor las horas de la detención y las continuas injusticias que fueron apareciendo. “Una a una. No lo podíamos creer. Nosotros nunca hemos tenido necesidad de hacer algo así. Recuerdo los gritos que se escuchaban cuando accedí aquellos calabozos de la comisaría”.

Describe con terror el hacinamiento y la ausencia de una estancia digna para los detenidos en aquellas dependencias policiales. “Estaba repleto de personas que no tenían donde hacer sus necesidades. El hedor era indescriptible. Yo pensaba en mi hijo y subí las escaleras corriendo, huyendo de esa inhumana situación”.
Finalmente, pasaron los cuatro días en otro lugar. La pregunta "no cesa en mi cerebro: ¿Por qué?, ¿Qué hice mal?" A veces demuestra cargo de culpabilidad, propios del desgaste psicológico de una situación tan singular por sus características.

JUAN RAMÍREZ -


Es un hombre discreto y de frases cortas. No desea ocupar demasiado espacio en una conversación, a pesar de ser uno de los afectados de este caso. Le cede el protagonismo a su compañero y amigo Jorge.

Joven y con las inquietudes propias de una persona que no supera los 30 años, Juan asume con resignación y sacrificio una evidente injusticia. Sonríe en cuanto se le invita a ello y conversa siempre aliado a la pausa y al tono sosegado.

Subió a aquella embarcación de recreo por acompañar en un día de pesca a su amigo. “Solo queríamos disfrutar de un bonito día y nos perdimos. Ese es nuestro delito, nuestro error”. No entiende nada y, como su colega, recibe numerosas llamadas de apoyo durante la conversación que mantenemos con él.

miércoles, 11 de agosto de 2010

Testimonio: De Liberia al Estrecho tunel de la injusticia social



Rocio Cadahia/Juan de Sola.- El testimonio de Christopher y James ofrece el semblante mas duro de la inmigracion, tras una larga e inacabada travesia por paises y desiertos de Africa. Aferrados a la formacion y a la voluntad de construir un futuro en postivo, solicitan ayuda a la comunidad internacional para salir de este Estrecho tunel de la injusticia social.

martes, 10 de agosto de 2010

Deportadas de la esperanza



Rocío Cadahía/ Juan de Sola.-En menos de 8m2 comen, duermen, viven y sueñan cuatro mujeres. Adeh Sua, Juliette, Swita y Blacsa tienen un sueño, un sueño peligroso: viajar a España, cruzar el estrecho, jugarse la vida en la patera. Y esperan, varadas en un punto olvidado de la ciudad de Tánger que llegué su oportunidad.

Adeh Sua inició su viaje en Ghana hace ya más de 5 años. “Dios” como ella nos cuenta, detuvo la barca en la que viajaba rumbo a España en las costas marroquíes. Desde ese momento, absolutamente desamparada, sin recursos de ningún tipo, pide limosna en las calles tangerinas.

Cientos de historias como la suya, se repiten similares y singulares en poblado de Haouama Chouk. Una zona marginal de Tánger en la que sobreviven cientos de inmigrantes subsaharianos mientras esperan el golpe de suerte que les permita continuar su camino hacia Europa. Pero la paciencia es limitada y la frustración una fiel compañera que hace la vida más difícil si cabe. “El viaje” que las lleve a su destino, es un lujo caro, carísimo, que mina las esperanzas de los que viven el día a día, de los que no saben donde dormirán mañana.

Son los repudiados y repudiadas del mundo, el fruto de un sistema económico que crea más desplazados que las propias guerras. Daños colaterales invisibles para nuestro “primer mundo”.

Atrapados en una tierra que no es la suya, no tienen el dinero suficiente para costearse el viaje que les lleve de vuelta a casa. Adeh Sua nos cuenta que hoy por hoy volvería a Ghana, su país natal, aunque esto supusiese la renuncia a todos sus planes. Nos muestra con orgullo unas fotografías en las que viste como una princesa africana. Son el único lazo con su pasado desde hace más de cinco años.

Blacsa es nigeriana y ronda los veinte años. Nos cuenta su historia con buen nivel de inglés y una claridad y una concisión aplastante.
Una familia de once miembros que vive sólo del campo en Nigeria son demasiadas bocas que alimentar. La sequía y la hambruna la obligan a escoger la única salida posible para ayudar a los suyos. La salida de los valientes: la inmigración. Antes de llegar a Marruecos, Blacsa cruzó dos desiertos de manera ilegal. Sin agua y sin comida, traspasó, aún no sabe cómo, las barreras del ejército marroquí. 29 compatriotas suyos no lo lograron. “Ella,” nos dice orgullosa, “es una superviviente”.

Después, la esperanza que Blacsa ha cultivado durante años soñando con formar parte de Europa, se diluye entre la miseria y el racismo de un país que no la entiende. Es cristiana en un mundo de musulmanes, negra en un mundo de blancos, mujer en un mundo de hombres.

Estas cuatro mujeres que ya se han convertido en una improvisada familia, nos cuentan que cada cierto tiempo, una patrulla de policía marroquí entra en el poblado para detener a alguien. A los que tienen suerte se los llevan a la cárcel, como le ocurrió al marido de Adeh Sua hace ya más de un año y medio. A los menos afortunados los deportan al desierto de Oujda, barrera natural y límite oficial entre Marruecos y Argelia. Allí los abandonan a su suerte. Sin comida ni bebida, y muchas veces con sus bebés entre los brazos, sus posibilidades son pocas.

Adeh Sua, Juliette, Swita y Blacsa nos han abierto las puertas de su casa y nos han recibido confiadas gracias a la labor que día a día, realiza la Red Chabaka. Una plataforma de asociaciones ubicadas en el norte de Marruecos que trabaja desde el año 2001 por la solidaridad y el desarrollo. Los voluntarios de Red Chabaka visitan el poblado con frecuencia. Les llevan algo de arroz o pañales para los niños, les enseñan a leer y a escribir, juegan con sus hijos, o simplemente charlan y escuchan sus historias.

Una vez más y como en tantas otras ocasiones ya hemos visto en Marruecos, es la propia población civil organizada, la que desarrolla las labores que al gobierno se le escapan. Saber por qué, es ya otra historia.

La gente de Haouama Chouk nos pide que transmitamos su situación. Que contemos su historia. Quieren que el mundo conozca la realidad en la que viven y abandonar de una vez la invisibilidad a la que están condenados.
Nos hablan de la injusticia de los muros, de las fronteras y de la deportación.
Nos cuentan que la libertad, tan defendida, pregonada y reivindicada por los gobiernos europeos, es para ellos hoy, una utopía casi inalcanzable.
Vídeo: Antonio Grunfeld

domingo, 8 de agosto de 2010

CONTRAPORTADA: Cuando la empatía se hace fuerte

Rocío Cadahía/Juan de Sola.- Los Perfiles del Estrecho van secuencialmente apareciendo y presentado sus elevadas intenciones de forzar cambios sin brusquedades en los diferentes ámbitos donde actúan. No resulta fácil ser una de esas referencias que renuncian a las tentadoras comodidades de la vida sin complicaciones aparentes.
Con algunos de esos perfiles, poco a poco, vamos conociendo en profundidad sus experiencias y lo más sorprendente esa capacidad de ver la realidad a través de los ojos de las personas más desfavorecidas en una situación injusta.

Hemos conocido ya esa capacidad en casos de Igualdad, Inmigración o Derechos Humanos, entre otros. Es una mimesis medida e inteligente para llegar hasta el sentimiento más recóndito y poder así ejercitar la empatía sin riesgo a las vacilaciones que lleven a la deriva un pesado buque con carga muy sensible en sus bodegas.

Fue el viernes cuando al mirar al estrecho, desde esta orilla, surgían las preguntas habituales: ¿Qué nos lleva a cruzar millones de litros de agua salada repleta de minas invisibles que atentan contra la vida? Una vez más, la respuesta o respuestas siguen desaparecidas en el limbo de la inmensidad.

Continuos intentos por ponernos en las constantes vitales, es decir vistiendo la piel del inmigrante, para conocer sus emociones, sensaciones y motivaciones en una travesía que, como los aviones al despegar, tiene un punto de no retorno. La empatía aparecía y desaprecia con autonomía y cierto antojo de domingo, en pleno viernes. Quizás las referencias de una vida cómoda y poco entregada a los altos sacrificios no nos permitirán llegar nunca hasta los miles de metros de profundidad necesarios para conocer todos los matices de un fenómeno social.

La impotencia inundó de realidad a la expedición con la misma fuerza del agua que cae por las compuertas de una presa al máximo nivel de su capacidad. El desolador paisaje nos abofeteó en las dos mejillas. Pero poca duración tuvo el efecto de aquellos golpes directos en la cara.

Comenzamos a trepar por las laderas de la ciudad de Tanger, abajo una vetusta plaza de Toros. Realmente, desconocíamos esta clase de colonización. Evidentemente la pregunta salió con un tono impulsivo: ¿Toros aquí? Una esperada contestación ratificó las sospechas de que aquello no era más que otra mala influencia importada.
El coche, forzado de revoluciones, nos demuestra lo abrupto de aquel terreno. A un lado, grandes mansiones, y al otro, inacabadas infraviviendas habitadas con minúsculas esperanzas de futuro.

Ante nosotros emerge el universo del inmigrante negro; aquel que después ahoga sus mejores deseos de vida golpeándose, sin saberlo, contra las costas del Estrecho hasta perecer en el intento. La presencia de una mujer y dos hombres europeos en un foco real de pobreza y marginalidad no pasan desapercibidos. La integración en el entorno no se resiste demasiado por que renace esa capacidad de hacer fácil, lo difícil. “Solo ellos/as conocen el secreto de la fórmula mágica”.

Entramos en un pequeño hábitat que puede medirse en un puñado de metros cuadrados. Todo esta pintado de azul (curiosamente como el color del mar). En frente, a lo alto, un viejo cementerio por el que pasean familiares y transeúntes, aparentemente, en dirección a ninguna parte. Dentro de la pequeña infravivienda dos mujeres y un niño que sonríe al mirarnos a los ojos. Son grandes, sinceros, ¡simplemente hermosos!

El inglés nos permite iniciar una discreta conversación. Fátima (una de las mujeres) se encuentra tendida en el suelo. No se encuentra bien, la pasada noche tuvo que ser atendida en un hospital marroquí por fuertes convulsiones. Aún así, nos muestra la cara más risueña mientras se lamenta disimuladamente en su interior de todo. Nos invita a sentarnos y compartir unos minutos en la humilde estancia.

Poco a poco, van apareciendo miembros de la comunidad. De Ganha, Camerún, Nigeria nos saludan personas concediendo el honor de ser bienvenidos, al mismo tiempo que los niños juegan alrededor de nuestras piernas. Miran hacia arriba rogando solo unos segundos de cariño y atención. “No es demasiado para tanta ternura concentrada”, pensamos.

Fuera se forma un corrillo, al fondo se encuentra Samuel. Nos mira con intensidad y siempre bajo la máscara de la sonrisa. Pasado un tiempo se dirige a nosotros y entona en inglés: “Ustedes son mis amigos” y se lleva la mano derecha al lado izquierdo, ese rincón del cuerpo donde se aloja el corazón.

En ese instante, logramos desatascar la tubería de la empatía. Mientras, nuestro guía y maestro, Boubker Hamitsi desaparece repentinamente. Ha escogido el camino de la farmacia para dotar el botiquín de la casa Fátima de los fármacos necesarios para su dolencia (Nos han contado que, en ocasiones, ha llegado descalzo a casa en días de lluvia). Las conversaciones cobran un tono de naturalidad, como si fuese habitual la presencia de blancos preocupados por las vivencias ajenas.

La empatía se hace fuerte en lugar, en el ambiente y logramos conectar pasadas unas horas con todos los integrantes de la amplia comunidad subsahariana. Confiesan con la misma sinceridad de siempre que lo intentarán “por el bien de la familia, sus hijos, por ello/as mismos/as”.

Sumado un tiempo de conversación, Samuel nos pregunta: “¿Ustedes nos entienden, verdad?” Un rápido ejercicio de empatía nos conduce a una reflexión que no concede demasiado espacio a la meditación y racionalidad. Y es que llegado el caso, ¿no haríamos lo mismo?

Fotografias: Antonio Grunfeld

sábado, 7 de agosto de 2010

Cuando una nueva vida se paga caro

Rocío Cadahía/Juan de Sola.- La asociación 100% Mamans cubre una necesidad olvidada y obviada por la sociedad marroquí: el apoyo a las madres solteras en Tánger.
En un país en el que una mujer soltera/embarazada tiene la misma consideración que un delincuente o una prostituta, resulta vital la labor de alojamiento, apoyo jurídico, guardería y ayuda a la inserción laboral que la asociación ha prestado ya a más de 240 mujeres y a sus hijos desde el año 2006.

En el año 2007, primera ocasión que futuros miembros de AGARESO (cabe señalar que esta ONG fue fundada en mayo de 2008) pisaban Tánger, este proyecto coordinado por Claire Trichot, una abogada francesa que ha dedicado su vida a las mujeres marroquíes en riesgo de exclusión, era sólo un sueño incipiente que se reducía a los 80 m2 de un pequeño piso de acogida.

Tres años después 100% Mamans se ha convertido en una asociación fuerte que crece día a día. Tres nuevos locales, uno destinado a guardería, otro al alojamiento, y otro como oficina-taller, avalan el esfuerzo y el trabajo de Claire y su equipo, que hoy ya se ha profesionalizado y cuenta con más de 30 voluntarios tanto locales como de otros países.

El tejido asociativo en Tánger es en teoría complejo. Operan en esta ciudad oficialmente más de 4000 asociaciones, de las cuales tan solo un 4% realizan verdaderas labores sociales. El resto son simplemente un nombre en búsqueda de subvenciones gubernamentales.

El buen hacer de 100% Mamans, su trabajo constante y su seriedad, les ha dado la legitimación precisa para que en el próximo mes de septiembre la asociación comience una nueva fase de verdadera interlocución con las autoridades que les permita dar un salto cualitativo de la intervención directa a la sensibilización social. Para ello la asociación ha desarrollado un complejo plan de acción para la mejora de los derechos de las madres solteras en la sociedad Marroquí.

Con una familia que te repudia y una sociedad que te culpa, traer una vida al mundo en un momento inoportuno, aquí, en Marruecos, se paga caro.


Fotografía, Cámara y Montaje: Antonio Grunfeld

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